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Encíclica de Pío X, del 8 de Septiembre de 1907, en la que en condena tajante el modernismo. En su tiempo fue un criterio claro y aceptado por todos. Posteriormente fue muy criticada, incluso por sectores católicos.
La causa de la polémica fue la mala interpretación de lo que el Papa quiso expresar. Entendió por "modernismo" el laicismo militante de los partidos marxistas, el racionalismo exlusivista de los científicos y el pragmatismo de las filosofías positivistas. La Encíclica no condenó evidentemente el progreso humano, ni los nuevos lenguajes sociales, ni un secularismo prudente e inteligente. El concepto de modernismo en este, y otros documentos pontificios contemporáneos, era sin más el de materialismo científico, la agresividad anticlerical, el racionalismo como único modo de valorar la vida
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